Mientras Venezuela se hunde entre la represión, la pobreza y las elecciones sin transparencia, Nicolás Maduro se aferra al poder con el mismo patrón de control que usaron los grandes dictadores del siglo XX.
La respuesta no está solo en los tanques o en los colectivos armados. Está en la historia misma: los dictadores sobreviven cuando el miedo se institucionaliza y la violencia se convierte en política de Estado.
El espejo de la historia: los cinco dictadores más recordados
A lo largo del siglo XX, el mundo conoció regímenes que parecían imposibles de derrocar. Adolf Hitler en Alemania, Benito Mussolini en Italia, Iósif Stalin en la Unión Soviética, Francisco Franco en España y Fidel Castro en Cuba. Todos compartieron una fórmula letal: propaganda, represión y control absoluto de las instituciones.
Hitler gobernó 12 años y gastó cerca de 60 mil millones de Reichsmarks, unos 15 mil millones de dólares actuales, para mantener su maquinaria de guerra y represión. Maduro, en cambio, gasta el doble de eso cada año, sin una guerra declarada, pero en una batalla constante contra su propio pueblo.
Mientras Hitler usaba la Gestapo, Maduro utiliza los colectivos, la inteligencia militar y una estructura judicial completamente subordinada. Franco mantuvo el poder durante 36 años apoyado por el Ejército y la Iglesia; Maduro se sostiene gracias a la lealtad de los mandos militares comprados con privilegios y al silencio forzado de las instituciones. Eso no lo consigue solo, lo hace con la ajuda de paises como Cuba, China y Rusia entre otros.
Stalin creó un sistema donde la oposición desaparecía; Maduro convirtió el encarcelamiento, el exilio y la censura en herramientas cotidianas. Y como Castro, ha transformado la crisis en ideología: el “bloqueo” y la “agresión imperialista” son el justificativo eterno para su permanencia.
Del sueño bolivariano a la noche chavista
Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, prometió una revolución democrática. Durante sus primeros años, usó el petróleo como instrumento político, repartió subsidios y expandió su influencia regional. Pero también sembró la estructura de control. Y lo que muchos no entienden es que ese control, es lo que hoy mantiene a Maduro, una sucesión bien estructura, al propio estilo de una monarquia real.
Tras la muerte de Chávez, la fractura fue evidente: luchas internas en el PSUV, pugnas entre militares, y una oposición que creyó que el cambio era inminente. Sin embargo, cada intento de transición fue neutralizado, eso gracias al control que Chavez consolidó por años.
El 2014 trajo protestas masivas, el 2017 represión total, y el 2019 una falsa esperanza con Juan Guaidó. Todos esos movimientos fracasaron no porque faltara voluntad popular, sino porque el régimen domina los tres elementos que aseguran la supervivencia autoritaria: armas, dinero y miedo.
Las elecciones que no eligen
En Venezuela, las urnas dejaron de ser un símbolo de democracia. El Consejo Nacional Electoral responde directamente al chavismo; el Tribunal Supremo legitima sus decisiones; y el Ministerio Público persigue a la disidencia. Cada elección es una puesta en escena cuidadosamente coreografiada.
Los resultados siempre favorecen una dictadura y el mundo lo vio en repetidas ocasiones incluída la mas famosa: Las elecciones del 28 de julio del 2024 . La oposición, fragmentada y desgastada, participa en procesos donde las reglas cambian cada año. Los observadores internacionales han documentado irregularidades constantes, pero dentro del país la estructura de poder no deja espacio para la duda ni la protesta.
El fraude no está solo en las cifras, sino en el control mediático, la coacción estatal y la ausencia total de contrapesos. Maduro aprendió que mientras conserve el poder armado y judicial, los votos no importan. Y para aquellos que piensan que Venezuela esta asi, es por culpa de los venezolanos que votaron por Maduro, entiendan que el fraude en Venezuela es muy facil hacer, precisamente por el control que se ejerce, sobre el consejo electoral del pais.
La represión como método de gobierno
A diferencia de los dictadores clásicos que usaban la guerra como pretexto, Maduro militarizó la vida civil con: Los colectivos —grupos parapoliciales leales al chavismo— que actúan en barrios, universidades y marchas opositoras, garantizando el control del territorio venezolano. Ellos no permiten que existan revueltas y si algun grupo se atreve, los colectivos entran en acción.
Las Fuerzas Armadas, convertidas en socios del poder, manejan empresas, alimentos y contratos. Así, la lealtad se compra y se premia. Las violaciones de derechos humanos documentadas por la ONU, la CPI y organizaciones independientes revelan una política sistemática de represión.
Mientras tanto, el hambre y el éxodo funcionan como válvulas de escape: millones de venezolanos fuera del país son ciudadanos menos que protestan, pero que siguen enviando remesas que oxigenan al régimen.
Trump y la nueva presión de Estados Unidos
El regreso de Donald Trump al centro del debate político estadounidense ha reactivado el interés de Washington en Venezuela. Durante su mandato, impuso sanciones severas, desconoció las elecciones fraudulentas y apoyó directamente a la oposición.
Esa estrategia ha provocado movimientos internos en la cúpula chavista, temerosa de un aislamiento más profundo. En las últimas semanas se han visto reacomodos en el alto mando militar, y rumores sobre descontento dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Proyecciones y posibles desenlaces
La historia enseña que los dictadores no caen por voluntad propia: caen cuando el costo de sostener el poder supera los beneficios. En el caso de Maduro, ese costo aún no ha llegado a su punto crítico.
Las fuerzas armadas continúan beneficiándose del sistema; la oposición carece de liderazgo unificado; y la comunidad internacional, aunque más atenta, evita una intervención directa. Sin embargo, los factores externos podrían alterar el equilibrio.
Si Estados Unidos endurece sus sanciones bajo una administración republicana y refuerza su presencia estratégica en el Caribe y Suramérica, Venezuela podría enfrentar presiones similares a las de 1989 en Panamá, cuando el régimen de Noriega colapsó tras perder respaldo militar interno.
Otra posibilidad es un quiebre dentro del propio chavismo, si las pugnas económicas y el temor a sanciones personales generan deserciones. En cualquier escenario, el cambio no vendrá de una elección, sino de una fractura en la estructura del poder armado.
Una conclusión que la historia ya escribió
Los dictadores siempre creen que su poder es eterno. Hitler duró 12 años, Mussolini 21, Franco 36, Castro medio siglo. Todos dejaron ruinas y dolor. Maduro lleva 12 años, pero ha logrado un récord: sostener una dictadura sin legitimidad, sin recursos y sin respaldo popular, gracias a la violencia institucional y al miedo colectivo.
La humanidad se pregunta por qué sigue en el poder. La respuesta es sencilla y trágica: porque nadie con armas dentro del país ha decidido que termine. Los que lo intentaron hoy dia estan muertos y aqui hago un paréntesis para recordar a un hombre, con tuvo valentia para hacerlo y murió tragicamente, nuestro siempre recordado OSCAR PEREZ, te invito a ver su historia aqui.
Y mientras eso no ocurra, Venezuela seguirá siendo un espejo oscuro de la historia, donde la represión sustituye al voto, el miedo sustituye al debate, y el poder se mide no en votos, sino en balas.
Nossas Redes sociais:
Siguenos: https://www.instagram.com/radioestrelinha/
Nosso grupo https://chat.whatsapp.com/DFdZ358E661EqsimwnxexY
Nosso canal https://whatsapp.com/channel/0029VakaQZWL2AU4EP9gSN1s
Tik Tok https://www.tiktok.com/@estrelinhaestereo
Youtube https://www.youtube.com/@radioestrelinhaestereo6258
Grupo
Facebook https://www.facebook.com/groups/797514142416773
.jpeg)
0 Comentários